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La batalla contra los “hijos parásitos” se libra ya en los tribunales.

1 de Octubre de 2018
Cuando no estudian ni trabajan la pensión debe extinguirse.

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La batalla contra los «hijos parásito» se libra ya en los tribunales

Cada vez más padres tratan de extinguir la pensión alimenticia a sus descendientes cuando son mayores de edad y no estudian ni trabajan.


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Retiran la pensión paterna a chica de 24 años por el «nulo» aprovechamiento en sus estudios
Hay veces en las que sermonear a los hijos no es suficiente. Consejos y preocupaciones que más tarde se convierten en advertencias pueden llegar a un casos extremos, casos en los que un padre lleva a su hijo a los tribunales para retirarle una pensión alimenticia. El último ejemplo trascendió a los medios hace apenas una semana: la Audiencia Provincial de Albacete retiró a una chica de 24 años, por el nulo aprovechamiento de sus estudios, la pensión alimenticia de 600 euros que le daba su padre.


No es la primera vez que la justicia se implica en un caso similar. Hace poco más de un año la Audiencia de Cantabria puso fin a la pensión de un chico de 29 años y que desde que había cumplido la mayoría de edad tuvo una implicación nula tanto en los estudios como en la búsqueda de un trabajo. Otra sentencia distinta de 2015 determinó la retirada de la pensión de una mujer de 30 años matriculada desde el año 2006 en la licenciatura de Química Industrial y cuyo rendimiento escolar era nefasto. Todos casos en los que «ninis» se escudaban en estudios desaprovechados para seguir cobrando una manutención.

«Cuando desde un juzgado tienen que tomar este tipo de decisiones, siempre se está hablando de un fracaso familiar, pero no es responsabilidad solo de las familias, también es un fracaso social», explica a ABC Sergio García Soriano, psicólogo clínico. A nivel social, este tipo de casos pueden tener diversas explicaciones, variando desde una educación en la «sobreprotección» en la infancia hasta el comportamiento inmaduro de los hijos.



Aunque el profesional tilda de fracaso esta situación, también celebra que existan posibilidades para que en últimos términos los hijos no tengan los beneficios que tenían en un principio, y afirma que «es necesario tomar esta vía en este tipo de casos, porque los padres actúan en consecuencia de todo aquello que ya habían dicho y advertido».

Un mundo en deuda con ellos

La falta de madurez puede ser el detonante del tipo de situaciones reflejadas. García Soriano expone que muchos de los jóvenes no tienen una percepción de la responsabilidad necesaria y que, una persona que no se preocupa de sus cuestiones académicas tampoco lo va a hacer por tener una vida personal y laborable positiva. El psicólogo comenta que son personas «cuyo pensamiento es que el mundo está en deuda con ellos y que les tienen que satisfacer sin tener ellos ninguna responsabilidad». Aunque admite que hay varios factores que pueden fomentar este tipo de comportamientos, el profesional también admite que algunos de ellos y ellas pueden ser «simplemente unos vagos».


Beatriz Zapico, abogada en uno de estos casos, comenta que el plano monetario no suele ser el móvil por el que se interponen estas denuncias. La decisión de los padres de que sus hijos se formen para acceder al mundo laboral suele ser el motivo por el cual llegar a los tribunales puede ser una especie de ultimátum. «Este suele ser un proceso muy doloroso para los padres, lo que ellos quieren es que sus hijos aprovechen el dinero que les han dado para que se puedan desarrollar como adultos», comenta la abogada.

«Esto ya no tiene que ver con una cuestión económica, es más que los hijos necesitan enfrentarse a una consecuencia y si esta no puede ser por la vía diplomática y afectiva, debe ser por la judicial», apunta Sergio García Soriano. «En el caso de mi cliente, él quería darle a su hijo la mejor vida posible y se vio obligado a interponer la demanda ante la pasividad que el hijo mostraba por tanto estudiar como trabajar», comenta Zapico.


La sobreprotección de algunos padres durante las crianza de los hijos es otra de las explicaciones que se pueden dar a estas situaciones en las que se impide que los niños tengan las herramientas suficientes para poder madurar en el momento adecuado. Una persona joven que ni estudia ni trabaja puede tener esa actitud porque ha sido consentido. «Cuando los padres se divorcian suelen estar culposos porque el proyecto de vida finaliza y de alguna manera intentan darle a su hijo más de lo que este puede y debe recibir», dice García Soriano.

La motivación no es económica

Beatriz Zapico comparte una de las ideas que transmitió durante la defensa de su caso en los tribunales: «Un buen padre no solo es que abona una pensión, sino el que transmite valores como el del esfuerzo y el aprovechamiento y la estimación de este tipo de demandas está contribuyendo a que los hijos comiencen a entender tales términos». Una idea que agrupa la naturaleza de este tipo de casos.

Aunque el perfil económico no es el motor de este tipo de demandas, también juega un papel. En el caso llevado por Beatriz Zapico, la abogada explica que su cliente llegó a abonar más de 60.000 euros en forma de pensión para su hijo, un dinero que no tuvo ningún tipo de beneficio para este, ya que no lo aprovechó en formación.

En la situación de la chica de 30 años, las dificultades económicas también jugaron una parte fundamental. El padre de la mujer pagaba, desde que esta alcanzó los 18 años de edad, 350 euros al mes para que la chica pudiera terminar su formación. Aunque el progenitor ya había presentado una demanda para pedir la extinción de la pensión en 2008, la cual fue desestimada, su situación empeoró cuando se quedó en paro y cobraba tan solo 426 euros, con los que debía asumir la manutención de su hija, en 2012.


Una nueva demanda fue presentada, gracias a la cual la cantidad de manutención se redujo a 150 euros, un dinero que el padre continuó asumiendo con dificultad. No fue hasta 2015, cuando la chica ya tenía 27 años y se llevó la sentencia al Tribunal Supremo, cuando el progenitor consiguió extinguir por completo la compensación económica.

«Parásito social»

Tanto Beatriz Zapico como Sergio García Soriano sacan a colación el término «parásito social». Aunque suena un poco extremo, ambos coinciden en que en estos casos los hijos demandados pueden denominarse parásitos. «Es una actitud en la que solo recibes pero no aportas. Es la actitud de creer que se tienen todos los derechos pero ninguna obligación. Parásito puede ser un término fuerte, pero representa la realidad de ciertos jóvenes», señala el psicólogo clínico.


Esto no evita que el profesional también defienda a todos los jóvenes que comparten generación con los «ninis» pero que sí estudian o trabajan. Explica que aunque el término le parece «descriptivo», también le parece «injusto», ya que hay muchos jóvenes que «están centrados y se parten la espalda trabajando y estudiando». Ambos afirman que la juventud se debe ver con toda su complejidad y que, aunque haya casos tan extremos como los que llegan a los juzgados, hay muchos tipos de jóvenes que sí están cumpliendo con el papel social que deben desempeñar a su edad.

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